Hubo mucha alegría aunque mezclada con desahogo. Se sabe, Huracán se acostumbró a caminar por la cornisa, y si esta vez no se cayó al precipicio fue porque en los momentos que tambaleó apareció la figura de Marcos Díaz -Merolla también ayudó- para hacer equilibrio y sostener un triunfo que se gestó muy temprano pero que se cerró recién con el pitazo final. Porque entre el gol de Cóccaro -bien ubicado, siempre siguió la trayectoria de la pelota y la punteó- y el abrazo del final tuvo que remarla frente a un Arsenal que avisa pero le cuesta horrores lastimar: que haya anotado un solo gol en los últimos 8 PJ lo dice todo...
Y la realidad es que si el elenco de Sarandí merodeó el empate en algunos pasajes, sobre todo en la parte final del PT, fue también porque el Globo lo dejó venir. Los de Kudelka se retrasaron por demás y le pusieron freno a un arranque que había levantado a la gente.
Sobre todo con ese vértigo que le imprimió siempre la banda izquierda, por donde Vera y Cabral le imprimieron velocidad y desequilibrio al ataque y con un Cóccaro que de a poco se va afianzando en ese 4-3-3 que lo tiene como referente arriba. Sin embargo, a Huracán le falta sostener el ritmo durante más tiempo y así evitar tener que pasar sofocones frente al último de la tabla...
Pero lo dicho: la jornada en Parque Patricios terminó con sonrisa para el hincha del Globo, que se fue cantando bajito "uruguayooo, uruguayooo"...
