Decenas de miles de zorros voladores y peces han muerto en Australia desde que comenzó el tremendo verano, de acuerdo con un reporte de la BBC.
Zorros voladores en vía de extinción. | Fotógrafo: Jaques de Speville
En el norte la intensa ola de calor mató al menos 23 000 de los llamados zorros voladores (Pteropus conspicillatus), un murciélago que se alimenta de frutas. Ocurrió en solo dos días de noviembre, cuando la temperatura subió a 42° C.. Además también murieron unos 10 000 de la especie Pteropus alecto, otros zorros voladores.
No es la primera vez que ocurre en masa la muerte de murciélagos en Australia. Cuando el termómetro alcanza temperaturas abrasadoras, estos animales son incapaces de soportarlo y mueren en pocas horas y caen en jardines, piscinas, parques… Según los expertos, cuando sobrepasan los 30 ºC, estos mamíferos son incapaces de regular de forma correcta su temperatura corporal y acaban fallciendo. En 2018, por estas fechas, una ola acabó con cientos de ellos, pero lo que ha ocurrido en esta ocasión ha sido impactante y ha hecho saltar las alarmas en el país.
“Esa cantidad es casi la tercera parte de los individuos existentes”, manifestó el ecólogo Justin Welbergen, de la Western Sydney Unviersity.
Las poblaciones de estos animales se ven muy afectadas, la Universidad del Oeste de Sidney quiso hacer un balance de hasta qué punto podría alcanzar la gravedad y se quedaron con los ojos abiertos: al menos 23.000 murciélagos murieron en tan solo dos días, lo que supone un tercio de la población total de todo el país de los zorros voladores. Incluso creen que la cifra podría llegar a ser mayor, porque hay zonas que no llegaron a ser rastreadas en busca de cuerpos, y que hay otras especies que han sufrido también el azote del calor.
Pero no son los únicos afectados. Murieron cientos de miles de varios tipos de peces, como al ermita nematalosa (Nematalosa erebi), de la perca dorada (Macquaria ambigua) y la perca plateada (Bidyanus bidyanus), así como del bacalao de Murray (Maccullochella peelii).
No es solo la alta temperatura, también la sequía que ha disparado la presencia de cianobacterias, que no matan los peces pero acaban el oxígeno del agua de acuerdo con un informe en Nature.
Algunas cianobacterias producen toxinas y pueden envenenar a los animales y personas que habitan el mismo ambiente o beben el agua. Se trata de una gran variedad de géneros y especies; algunas producen toxinas muy específicas y otras producen un espectro más o menos amplio de tóxicos. El fenómeno se hace importante sólo cuando hay una floración (una explosión demográfica), lo que ocurre a veces en aguas dulces o salobres, si las condiciones de temperatura son favorables y abundan los nutrientes Las cianobacterias colonizan numerosos ecosistemas terrestres y acuáticos.
A mediados de este mes un gobierno regional anunció la instalación de 16 aireadores en los ríos y arroyos en un intento para aumentar los niveles de oxígeno, que algunos consideran como un paño de agua tibia. Esto ocurre en el Dique San Roque en Carlos Paz, donde para evitar la proliferación de las mismas, se colocan sopladores enormes cerca del puente
“Nada detendrá la muerte de peces hasta que tengamos un flujo adecuado y niveles de agua normales en los reservorios”, en palabras de Niall Blair, ministro del agua regional.
Científicos expresan sus temores porque individuos de otras especies susceptibles al intenso calor también estén muriendo. “Aumenta la preocupación sobre la suerte de otras criaturas que tienen estilos de vida más solitarios”, dijo Welbergen.