El español Rafael Nadal le ganó en tres set al serbio Novak Djokovic por 6-0, 4-6 y 6-1. Rafa corta así la sequía de títulos en el año y se coloca como máximo candidato a quedarse con Roland Garros
Rafa Nadal revalida el título de la mejor manera posible, consigue su noveno título en el Foro Itálico dominando a su peor enemigo posible, el nº 1 Novak Djokovic. El español ha superado al serbio por 6-0, 4-6 y 6-1 en 2h.25’. Un éxito de prestigio justo cuando se acerca la traca definitiva, Roland Garros, donde perseguirá una duodécima Copa.
Semifinalista frustrado en Montecarlo (Fognini), Godó (Thiem) y Madrid (Tsitsipas), el rey de la tierra ha emergido definitivamente esta semana en la capital italiana, donde ha reinado en 9 de 11 finales. Campeón de 2005 a 2007, 2009 y 2010, 2012 y 2013, 2018 y 2019, vuelve a tener el récord de Masters 1000 ATP con 34, uno más que ‘Nole’.
Es su 26ª victoria en 54 citas con Djokovic, su verdugo en Australia ete curso, la primera vez que se ve un 6-0, un ‘rosco’, que llegó en el set 142 entre ello. Fue un recital completo del español, tiranizando con sus golpes agresivos al balcánico, que como un grande que también es, con cuatro títulos en Roma en nueve finales, acabó regresando después de 39 minutos de tortura.
Nadal siempre llevó la iniciativa, porque creyó en el desde un primer momento, ante un Novac que no podía con su alma después de los dos partidos anteriores. Djokovic no se rindió, lógicamente, remontó un 0-40, un total de cuatro bolas de ‘break’ para acabar forzando la tercera manga cazando el saque de Rafa justo en su primera bola de set a favor. Y contando con el apoyo del público, que quería más show.
Pese a las 5h.30’ pasadas en pista ante Del Potro, a quien remontó dos bolas de ‘match’ acabando a la una de la madrugada del sábado, y Schwartzman, concluyendo seis horas después de que Rafa se vengase de Tsitsipas.
Nadal era superior, pese a esa breve duda en el último ‘game’ del segundo set, y siguió martirizando a un Djokovic cada vez más fundido físicamente y que lo pagó con la raqueta, rompiéndola, cuando entregó su saque de inicio en la tercera manga. No daba para más porque delante tenía a un inmisericorde Nadal, muy necesitado de gloria.
Ganó Roma, empezó a construir seriamente otro Roland Garros.